Mito del artista y la locura


Existe una antigua tradición cultural que relaciona el arte con la locura como característica de los artistas y los grandes genios. Este mito influyó en el discurso artístico y en la manera en que ha sido percibido el creador.
Aristóteles se preguntaba porque todos los hombres que hacían arte eran melancólicos. Platón hablaba de la irracionalidad del poeta, que inspirado por las musas quedaba atrapado en una “divina locura”. Sócrates se refería a un genio interior cuya voz dirigía las acciones del artista. 
En la evolución de esa tradición cultural, se daría paso a una inspiración humana como un estado psicológico especial, que dependía de una capacidad innata. Lo sobrenatural, lo divino, se localizó en el individuo que pasó a ser considerado diferente. 
En el Renacimiento, la imagen del creador se transforma en un artista melancólico, tal como lo planteaba Aristóteles.
En el Romanticismo se exaltará al máximo la tragedia individual, el drama psicológico del artista, su dolor, su locura, convirtiéndose en parte trascendental del proceso creativo. 
A medida que lo individual va tomando fuerza respecto a las imposiciones sociales, culturales o artísticas, el artista se va convirtiendo en protagonista absoluto y aumenta su libertad creadora.
El artista llega a ser especial, único, que realiza su propia creación con libertad absoluta pero también en soledad, aislamiento y desorientación. 
Más allá del mito, debemos tener en cuenta que su arte, sano o insano, siempre es Arte.

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